Redacción

Enfermedades comunes y propias de la edad tales como la neumonía, los derrames cerebrales, complicaciones de la diabetes e infecciones graves del tracto urinario podrían prevenirse con sólo incrementar la actividad física moderada, según reveló un reciente estudio realizado por investigadores del Reino Unido.

Los científicos encontraron que entre casi 82.000 adultos británicos, aquellos que hacían ejercicio regularmente tenían menos probabilidades de ser hospitalizados por diversas afecciones de salud en los próximos años.

Según observaron los expertos, el estudio amplía lo que las personas normalmente ven como los beneficios del ejercicio, generalmente relacionados con la pérdida de peso, una mejor condición física y un corazón más saludable. Los recientes hallazgos sugieren que si las personas de mediana edad y mayores agregaran 20 minutos de ejercicio a su rutina diaria, podrían reducir el riesgo de hospitalizaciones por esas causas entre un 4 y un 23% durante siete años.

“En este estudio de cohorte que utilizó datos de 81.717 participantes del Biobanco del Reino Unido, los niveles más altos de actividad física, en particular la actividad de intensidad moderada a vigorosa, se asociaron con menores riesgos de hospitalización por 9 de las 25 razones más comunes de hospitalización”, precisaron los investigadores en la publicación de sus conclusiones en la revista JAMA Network Open.

Por qué sumar ejercicio de fuerza a partir de los 40

Como se dijo, el objetivo de una rutina de fuerza no es sólo tonificar los músculos y mejorar la apariencia física. Los beneficios de un entrenamiento de fuerza van más allá, y se reflejan en la salud de los huesos y en el metabolismo en general. Sobre todo, después de los 40 años, edad en que el organismo tanto de hombres como mujeres sufre cambios propios del declive hormonal.

“Llegada cierta edad, alrededor de los 40 años, uno de los principales problemas que tenemos es que uno no sólo empieza a subir de peso y acumular más tejido adiposo sino que, por otro lado, se empieza a perder masa muscular y para contrarrestar estas dos cuestiones sin dudas es muy necesario el trabajo de fuerza”. Francisco Ozores es profesor nacional de educación física y especialista en fitness y ante la consulta de Infobae acerca de por qué es importante el entrenamiento de fuerza para la salud de huesos y músculos en la vida adulta, señaló que “un punto interesante es el tema de la osteopenia, que ocurre a esa edad, la pérdida de la masa ósea y de la resistencia ósea que se provoca por múltiples cuestiones hormonales, pero también por la falta del entrenamiento de la fuerza”.

Por otra parte, en la mediana edad, “se empieza a generar debilitamiento y acortamiento muscular por la rutina diaria, que lleva a la pérdida de la postura, la falta de flexibilidad, y a nivel muscular eso genera consecuencias”, aportó Ozores, quien resaltó que “el entrenamiento de la fuerza no sólo es beneficioso para músculos y huesos sino que colabora con la activación metabólica: cuantos más músculos activos haya, mayor va a ser el gasto energético diario, esto es, el metabolismo basal, o sea lo se que se gasta en el día a día con las tareas cotidianas aumenta al tener mayor masa muscular activa, por lo que como consecuencia se ayuda a contrarrestar el aumento de peso y mantenerse en un peso más equilibrado para cada organismo”.

La actividad física protege la salud

Peter Katzmarzyk es profesor del Centro de Investigación Biomédica de Pennington en Baton Rouge, Luisiana, y si bien no participó en el estudio, dijo que se alinea con lo que generalmente se recomienda a los estadounidenses para mejorar su salud: hacer al menos 150 minutos de ejercicio “cardio” moderado, o 75 minutos a una intensidad vigorosa, cada semana. Eso significa ejercicio que hace latir el corazón y hace sudar: la intensidad moderada incluye cosas como caminar a paso ligero, andar en bicicleta en terreno llano o trabajar en el jardín. Correr, andar en bicicleta en colinas o nadar vueltas cuenta como una intensidad vigorosa.

Después de aproximadamente siete años de estudio, más de 48.000 participantes del estudio terminaron en el hospital por una serie de razones. Sin embargo, cuando se trataba de nueve de esos problemas de salud, las personas que eran más activas físicamente tenían menos riesgos.

Y si bien los hallazgos no prueban que la actividad física per se sea la responsable de ese beneficio, la investigadora principal, Eleanor Watts, del Instituto Nacional del Cáncer de los EEUU en Rockville, Maryland, señaló que “las personas más jóvenes, con mejor salud o con mayores ingresos y más recursos pueden tener más probabilidades de hacer ejercicio y menos probabilidades de terminar en el hospital”.

Sin embargo -observó Watts- cuando su equipo tuvo en cuenta esas diferencias, la actividad física todavía se vinculaba con un efecto protector.
Además, anotó, se sabe que el ejercicio tiene muchos beneficios que podrían ayudar a prevenir esas hospitalizaciones.

“Los estudios muestran que la actividad física puede mejorar la función inmunológica, la salud pulmonar y cardíaca, la sensibilidad a la insulina y reducir la inflamación”, señaló la experta, para quien “la actividad física también puede reducir la grasa corporal, la presión arterial alta y el colesterol”.

Para el doctor Chip Lavie, director médico de prevención y rehabilitación cardíaca en el Instituto Vascular y del Corazón John Ochsner en Nueva Orleans, el mensaje principal es que “casi cualquier actividad física es mejor que la inactividad”.

Y la buena noticia para personas de todas las edades y niveles de condición física es que “no es necesario que comience una rutina de correr para mejorar su salud”. “Incluso si ha sido sedentario durante años, nunca es demasiado tarde para ponerse en movimiento”, sostuvo Watts.

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